El Mito de Sísifo en una Cata
Por robarse algo muy valioso, Sísifo fue condenado a subir una carga hasta la cima y dejarla rodar a un abismo, para luego dirigirse al abismo y volverla a subir, con el tortuoso beneficio de vivir eternamente en ésa faena. El filósofo existencialista Albert Camus publica un ensayo al respecto.
En torneos de vinazos bravos , lo justo es catarles a ciegas : que nadie sepa la identidad u origen de vino alguno, ni antes ni durante la cata. Cierto comité de cata juntó seis vinos calificados en100 puntos por la misma revista y les cataron a ciegas. Hubo discursos, pataletas, decepciones y argumentos. Un vino se reveló muy superior a sus pares. Es muy difícil para la naturaleza humana declarar un empate de seis, pues la curiosidad innata persigue un desempate. Todos eran de 100, pero uno es mejor que los otros. Al menos así resultó en ésa tarde. Siempre inconformes, repetirán el mismo ejercicio, enganchados en la búsqueda del éxtasis efímero, que acaba en la fiesta de las botellas vacías , hasta la próxima vez. Siempre hay una próxima vez.
Si son 90+, tienen que ser buenos
La calificación a base de puntajes ha cambiado la forma de crear, vender y promocionar al vino desde hace más de 30 años. Muchos bodegueros alrededor del mundo han apostado a desarrollar vinos que “logren mejor puntuación” . El gusto y preferencia hacia vinos que tengan un perfil afrutado fácil de reconocer, conlleva un esfuerzo para lograr rendimientos de uva maduros y saludables en viña, mejor higiene en las bodegas y una crianza posterior cuidadosa. Estos rasgos son muy positivos, pues rinden bebidas sanas. La identidad tradicional de origen según viñedo es un concepto dinámico al pasar de los años. Las diferencias entre vinos semejantes (por ejemplo : hechos 100% de la cepa Merlot) de diferentes bodegas en viñedos adyacentes deben ser consistentes y distintivas.
La relación calidad/precio de los vinos se beneficia de las puntuaciones altas, creando una oferta que aporta nuevas experiencias al paladar. Ante dos vinos que califiquen a 92 puntos, es muy probable que la botella de $22 luzca algo tímida frente a la de $64, pero tal vez escoja compartir tres botellas en la fiesta y una botella en familia. Ventajas como éstas son aprovechadas por los grandes consorcios de vinos y bebidas para pautar cuñas publicitarias en revistas gastronómicas y mover inventario. Muy pocos catadores y periodistas salen fuera de dicha zona cómoda de consorcios, por la naturaleza misma del negocio del vino. Los productores pequeños quedan muchas veces relegados al secreto goloso de unos pocos. Puede que su producción sea tan pequeña que se agote su inventario apenas llegue la revista al lector. Por el contrario, no queda nada para la imaginación en el caso de un inventario numeroso de un vino otrora prometedor que tuvo defectos y no alcanzó los 85 puntos.
Como todo artículo costoso, hay vinos que resultan en ejercicios de ego y arte, tanto por el bodeguero como de aquél que los atesora y disfruta. Son los esfuerzos mayores de alcanzar una experiencia sublime en una copa, demostrando el compromiso personal de la bodega con su entorno. Son un ejercicio de Mayordomía : los grandes vinos son resultado del fruto del trabajo del hombre y la mujer que se empeñan en hacer lo mejor posible y no se conforman con menos. ¿Es propio reducir todo esto a mero puntaje o calificación, a una mera cifra? ¿Cuántos puntos merece tu almuerzo en Jules Verne?
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